martes, 25 de agosto de 2020

SAN FROILÁN

Me he encontrado en la Catedral de Lugo esta curiosa escena esculpida en un medallón de forma oval, que muestra a un monje predicando acompañado de un animal que parece llevar unas alforjas y, sin embargo, no parece un asno o un mulo, como sería lo habitual. La imagen se encuentra en la calle izquierda del retablo de una capilla situada en el lado del Evangelio, junto a los pies del templo, que fue modificada entre 1785 y 1796. Gracias a la documentación histórica conservada en el archivo de la catedral, sabemos que dicho retablo fue esculpido en granito por Manuel de Luaces, de acuerdo a un diseño clasicista propuesto en 1789 por Miguel Ferro Caaveiro, y posteriormente fue policromado por Manuel Rodríguez Adrián y Andrés Ferreiro.

Probablemente, el hecho de que se hiciera en piedra tiene que ver con las normas promulgadas por la Academia de Bellas Artes de San Fernando en aquellos tiempos, que prohibieron hacer más retablos en madera, por su propensión a incendiarse y porque su estilo barroco no se ajustaba al gusto neoclásico del pensamiento ilustrado. Como consecuencia de ello, desde finales del siglo XVIII y durante todo del siglo XIX se realizaron numerosos retablos en piedra o mediante pinturas de arquitecturas fingidas, de los cuales ya hemos publicado algunos ejemplos en este blog.

La escena representada está relacionada con uno de los pasajes más populares de la historia de San Froilán (832-904), patrón de la ciudad de Lugo al que está dedicada la capilla. Aunque era de familia noble y bien instruido, Froilán se retiró muy joven a vivir como ermitaño en Ruitelán, en las montañas del Bierzo, para buscar en soledad el encuentro místico con Dios. Es entonces cuando tuvo lugar un milagro, según el cual un lobo hambriento atacó y devoró al asno que le acompañaba, mientras Froilán se hallaba entregado a la oración. Entonces el santo miró cariñosamente a los ojos del lobo y le dejó acurrucado, mientras le hablaba dulcemente de amor y paz. El lobo perdió el miedo al hombre y al fuego, y se convirtió en el sirviente fiel de Froilán; desde ese momento decidió cargar con las alforjas que antes llevaba el asno muerto.

San Froilán inició poco después su predicación por Lugo, Zamora, Asturias y Cantabria, llegando a ser obispo de León. Compartió muchos de sus viajes con su gran amigo San Atilano, a quien le unía el mismo anhelo de evangelización, reforma de la vida eremítica y fundación de monasterios. El relieve de la Catedral de Lugo muestra a Froilán vestido como un monje, todavía en su rol de eremita, mientras se dirige a una multitud. Está subido a un púlpito y al fondo se distingue una mesa de altar, lo que hace suponer que se encuentran en una iglesia. El público está formado por hombres y mujeres de toda condición, que escuchan arrobados a Froilán. Y debajo del púlpito se ve al lobo, que porta las alforjas llenas con los libros del santo.


3 comentarios:

  1. Preciosa investigación, entonces gracias a usted deducimos que el animal es un lobo. ¿A dónde mira? Si trazamos una línea de la mirada del santo y la del can, parece unirse en un punto que es la señora ataviada con ropaje negro, la única que no mira al santo sino al perro. ¿Es a expresamente a ella o bien nos quedamos con el público?... también vemos a un hombre en el lado derecho, que porta una muleta: personas solicitando el milagro. Me encanta su blog, un saludo.

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  2. Gracias por tus palabras. Por mi parte, creo que el lobo mira al público en general y, en cierto modo, también sigue la predicación del santo.

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  3. Debemos recordar que en el Barroco, tanto en la pintura como en la escultura (relieves o grupos escultóricos), los autores gustan colocar algún personaje que establezca una relación directa con el público que lo mira o con alguien dentro del grupo.

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Este blog pretende ser un recurso didáctico para estudiantes universitarios, pero también un punto de encuentro para todas aquellas personas interesadas por la Historia del Arte. El arte es un testimonio excepcional del proceso de la civilización humana, y puede apreciarse no sólo por sus cualidades estéticas sino por su función como documento histórico. Aquí se analiza una cuidada selección de obras de pintura, escultura y otras formas de expresión artística, siguiendo en ciertos aspectos el método iconográfico, que describe los elementos formales, identifica los temas que representan e interpreta su significado en relación a su contexto histórico y sociocultural.