martes, 30 de marzo de 2021

LA BODA


Hoy es el aniversario del nacimiento de Francisco de Goya y voy a unirme a las celebraciones que están apareciendo en redes sociales con una breve reseña de La Boda. Este óleo sobre lienzo de 269 x 396 cm, que se conserva en el Museo del Prado, fue realizado en 1791-1792, y es una de mis obras favoritas del pintor aragonés, principalmente por su despiadada crítica social. Se trata del modelo original de un paño que tejió la Real Fábrica de Tapices de Santa Bárbara para la decoración del despacho de Carlos IV, en el palacio de El Escorial, y forma serie con otras escenas campestres y jocosas, como Las mozas de cántaro y El pelele.

El cuadro representa la boda concertada entre una hermosa joven y un hombre feo, gordo y viejo, como resultado de una interesada negociación económica gestionada por el padre de aquella. La escena principal se enmarca extrañamente bajo el arco de un puente de piedra donde se sitúa el cortejo nupcial, encabezado por unos alegres chiquillos y un flautista, seguido por las amigas de la novia, que sonríen con una mezcla de envidia y malicia, en el centro los nuevos esposos, y cerrando el padre junto al cura del pueblo, que se lleva la mano al interior de la capa, como guardándose el dinero recibido por la ceremonia.

Al fondo se ven varios mozos comentando la situación, seguramente desilusionados por haber perdido su oportunidad; el joven de perfil quizás fuera un pretendiente rechazado anteriormente, porque mira el paso de la comitiva con gesto airado. Finalmente, en el extremo de la derecha, fuera del arco de piedra, se distingue a un anciano cabizbajo y triste, que ofrece el contrapunto crítico a este matrimonio de conveniencia. Podría ser el abuelo de la chica, un ilustrado contrario a estas prácticas, o el alter ego del niño que aparece subido a un carro, justo en el otro extremo. Ambos están colocados de frente al espectador y no parecen participar de la escena, lo que ha hecho pensar que su función es alegórica y alude a las etapas inicial y final de la vida humana (la infancia y la ancianidad), siendo la propia boda símbolo de la adultez.

Como indica la web del Museo del Prado, el cortejo está presidido por la desigualdad, puesto que el padre de la novia viste una casaca raída de color verde, que atestigua su pobreza, y el novio, a pesar de su fealdad, luce sus mejores galas para ostentar mayor riqueza. Su casaca roja se singulariza sobre el fondo blanco y ocupa el centro geométrico de la composición, acentuando su soledad. De hecho, la novia parece alejarse de su marido, intentado escapar del destino que le persigue y le agarra torpemente del brazo. El tono general de la escena es festivo, aunque la música y las risas podrían ser de burla. 

La sátira está en consonancia con el pensamiento ilustrado, que aborrecía la costumbre social de arreglar matrimonios simplemente por dinero, algo que era muy frecuente en el siglo XVIII. Una obra teatral de Leandro Fernández de Moratín titulada El sí de las niñas (1806), denunciaba de manera más explícita esta costumbre en palabras de uno de sus personajes principales, Doña Francisca:

“¿Pues no he de llorar? Si vieras mi madre... Empeñada está en que he de querer mucho a ese hombre... Si ella supiera lo que sabes tú, no me mandaría cosas imposibles... Y que es tan bueno, y que es rico, y que me irá tan bien con él... Se ha enfadado tanto, y me ha llamado picarona, inobediente... ¡Pobre de mí! Porque no miento ni sé fingir, por eso me llaman picarona […] Y dice que Don Diego se queja de que yo no le digo nada... Harto le digo, y bien he procurado hasta ahora mostrarme delante de él, que no lo estoy por cierto, y reírme y hablar niñerías... Y todo por dar gusto a mi madre, que si no... Pero bien sabe la Virgen que no me sale del corazón.”

 

miércoles, 17 de marzo de 2021

SAN PATRICIO

San Patricio es el patrón de Irlanda y sin duda uno de los santos más populares de la Cristiandad. Su representación artística es bastante frecuente en las Islas Británicas y en los Estados Unidos de América. En otras partes del mundo, ajenas a la tradición evangelizadora de Irlanda, es más raro encontrar obras artísticas de calidad que muestren al personaje o alguno de los episodios significativos de su hagiografía. Por eso este cuadro español de 208 x 143 cm tiene un interés excepcional. Se trata de un anónimo fechado en la segunda mitad del siglo XVII, que se conserva en una de las salas de pintura barroca del Museo de Cádiz. Anteriormente fue atribuido a Valdés Leal y perteneció a la colección particular de la familia Reina, pero hoy está catalogado como una obra de la Escuela Sevillana.
La figura destacada es lógicamente San Patricio, representado de acuerdo con su iconografía arquetípica, como un venerable anciano de pie, vestido de obispo, con una capa pluvial ricamente ornamentada, mitra y dos atributos característicos: en una mano un báculo rematado con una cruz patriarcal y en la otra un libro. A sus pies se encuentra arrodillado un joven rey ataviado como un soldado romano, que se ha despojado de su yelmo, su corona y su cetro real, los cuales yacen sobre el pavimento ajedrezado. El color azul de la vestimenta le identifica como un caudillo escocés convertido por Patricio al cristianismo.
En la parte superior derecha hay una arquitectura clásica que sirve de marco dignificador al santo, y en el fondo izquierdo una escena secundaria con varios personajes. Según la información del museo se distinguen en esa escena una mujer sobre el suelo, con un niño en sus brazos, y varios hombres junto a un caballo encabritado, que hacen alusión a uno de los milagros de San Patricio. En último término se encuentra una iglesia en un acantilado y a su lado la figura del mismo santo a menor escala. La composición se completa con una gloria celestial formada por la paloma del Espíritu Santo y un grupo de angelitos que llevan jarrones y otros objetos sagrados al apóstol. En el ángulo inferior izquierdo otro ángel sostiene un pergamino con una leyenda alusiva al donante de la obra. La traducción es la siguiente:

«Imagen del glorioso patriarca San Patricio, apóstol de Irlanda. Le dedicó Don Patricio Muledy, caballero irlandés, este santuario con los jubileos e indulgencias que nuestro Santísimo padre Alejandro VII le concedió para la cofradía erigida bajo su advocación en el año de 1666.»

San Patricio nació en Escocia o Gales a finales del siglo IV d.C. Según su propia biografía o Confessio, cuando tenía dieciséis años fue apresado por unos piratas y vendido como esclavo en Irlanda, donde permaneció cautivo durante seis años, trabajando como pastor. Una visión mística le dio la pista necesaria para escapar y regresar a Britania, donde decidió hacerse sacerdote. Entonces viajó para estudiar en Tours y Auxerre, donde fue ordenado. Otra visión le conminó a evangelizar Irlanda, lo cual llevó a cabo adaptando la fe católica a las costumbres paganas existentes, de origen celta. Su predicación resultó exitosa gracias a su facilidad de palabra y al empleo de algunas metáforas, como la que explicaba el misterio de la Trinidad mediante la figura de un trébol. Entre sus milagros más conocidos, una tradición local le atribuye la acción de haber librado de serpientes toda la isla. La fundación de comunidades cristianas fue otro aspecto esencial de su apostolado. Esta labor se recuerda en la iglesia dibujada en el fondo del cuadro, y fue adecuadamente continuada por el donante, Patricio Muledy, como reza la inscripción de la esquina inferior.

Este blog pretende ser un recurso didáctico para estudiantes universitarios, pero también un punto de encuentro para todas aquellas personas interesadas por la Historia del Arte. El arte es un testimonio excepcional del proceso de la civilización humana, y puede apreciarse no sólo por sus cualidades estéticas sino por su función como documento histórico. Aquí se analiza una cuidada selección de obras de pintura, escultura y otras formas de expresión artística, siguiendo en ciertos aspectos el método iconográfico, que describe los elementos formales, identifica los temas que representan e interpreta su significado en relación a su contexto histórico y sociocultural.