Por las fechas navideñas en las que nos
encontramos, me ha parecido oportuno traer a colación esta hermosa pintura de
Guido Reni que se conserva en el Museum of Fine Arts de Houston. Se trata de un
cuadro devocional de 88 x 72 cm, realizado con oleo sobre lienzo poco antes de
1640. Representa a San José sosteniendo en sus brazos al Niño Jesús, que juega con
una manzana mientras le mira amorosamente. El gesto del anciano está lleno de inmensa
ternura y expresa de forma maravillosa no sólo su amor paterno-filial sino
también una clara actitud de adoración por el Niño Dios.
Guido Reni fue un pintor barroco nacido en
Bolonia y formado primero con Denis Calvaert y luego en la prestigiosa academia
de los Carracci. Su obra se reparte entre Roma, Nápoles y Bolonia, y abarca tanto
pinturas de caballete como grandes frescos, principalmente de carácter
religioso. Este cuadro sintetiza lo mejor del claroscuro manierista y del
naturalismo barroco coexistentes en el ambiente artístico italiano de la
primera mitad del siglo XVII. El fondo neutro y oscuro, permite diferenciar con
claridad cada una de estas fuentes de inspiración.
Las figuras se destacan fuertemente iluminadas
por una diagonal procedente de la esquina superior izquierda. El haz de luz
provoca fuertes contrastes en los ropajes, que aparecen dinamizados por efectos
de sombras muy caravaggiescos. La utilización de brillantes colores púrpura,
blanco y anaranjado, organizados mediante un dibujo claro y preciso, provienen en
cambio de la estética de los Carracci. El tratamiento hiperrealista de las arrugas
del rostro y de las canas del cabello y la barba de José entroncan con José de Ribera.
Y finalmente, el Niño muestra un aspecto rollizo, intensificado por encarnaciones
en las piernas y hoyuelos en las ingles y los brazos, lo que le confiere una
dimensión más humana que divina, algo característico de la estética barroca.
El tema de San José con el Niño fue
especialmente desarrollado durante la Contrarreforma Católica, debido a la
difusión de un nuevo modelo de espiritualidad más humanizada, por parte de
figuras como Santa Teresa de Ávila, San Juan de la Cruz y San Ignacio de
Loyola. Al contrario que en el Protestantismo, la Iglesia Católica valoró las
obras de arte como vehículos adecuados para el conocimiento de la Historia
Sagrada y para la devoción religiosa. La intercesión de los santos fue uno de
los dogmas de fe reafirmados en el Concilio de Trento, así que imágenes como la
de Guido Reni fueron muy demandadas para su colocación en capillas y oratorios,
tanto públicos como privados.
De acuerdo con los Evangelios de Mateo y
Lucas, y sobre todo a raíz de la descripción que dan de él los documentos apócrifos,
al padre de Jesús se le solía representar como un hombre sabio y justo, que trabajaba
de carpintero y ayudaba en la educación y custodia del Niño Jesús. Para resaltar
esta responsabilidad, y también para expresar la paternidad divina de Cristo, San
José es frecuentemente retratado como un anciano, o al menos, mucho mayor que
la Virgen María. También aparece experimentando visiones durante el sueño, en
las que es advertido por los ángeles del
Señor, como cuando le exigen que no repudie a María por hallarse embarazada, o
cuando le avisan del peligro que se cierne sobre el recién nacido y le
aconsejan huir a Egipto para escapar de la persecución de Herodes. Entre sus
atributos más característicos se encuentra una vara de madera seca de la que
salen flores; se basa en una tradición popular que decía que por causa de este
milagro fue elegido por Dios como esposo de María.
En el cuadro de Guido Reni el detalle iconográfico
más interesante es el de la manzana que Jesús sostiene junto a la barba del
anciano. Es el fruto del árbol del Jardín del Edén, que fue tomado sin permiso por
Adán y Eva, lo que provocó su caída. La presencia de este símbolo entre las
manos del Niño hace referencia a su misión redentora; Él ha venido al mundo
para perdonar a los hombres del pecado original e iniciar una nueva era de
salvación. Y esto es, en esencia, lo que los cristianos celebran en Navidad, la
llegada o el nacimiento del Salvador.
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