Algunos círculos (Nueva York, Guggenheim Museum, 1926), de Wassily Kandinsky, es uno de los más claros exponentes de la pintura abstracta desarrollada en Europa durante las primeras décadas del siglo XX. De formato perfectamente cuadrado (140 x 140 cm), es una composición geométrica sin ninguna referencia figurativa, realizada a base de círculos de colores diversos, que se diseminan por el espacio y en ocasiones se tocan o se superponen unos sobre otros, formando varias tangentes y secantes. El centro, no exacto, de esta composición lo ocupa un gran círculo azul brillante cubierto en parte por un círculo negro y bordeado por un halo claro e irregular, como si de un eclipse se tratase. En torno a este núcleo central flotan otros círculos de menor tamaño y colores claros, que se asemejan a globos de luz y se transparentan cuando se superponen encima de otros círculos. Esta superposición genera sutiles matices cromáticos que destacan sobre el fondo gris oscuro, animado por algunas vetas y cambios de tonalidad.
El camino hacia la abstracción se desarrolló desde
orígenes y geografías distintas en el seno de las principales vanguardias
artísticas de principios del siglo XX: desde el Expresionismo en Alemania, desde
el Neoplasticismo en los Países Bajos, desde el Constructivismo en Rusia o
desde el Cubismo y el Orfismo en Francia, entre otras experiencias estéticas,
científicas, técnicas y espirituales. Todas ellas tuvieron en común el deseo de
alejarse de la imitación de la naturaleza. Estos artistas querían dotar a la
obra de arte de leyes internas propias, favoreciendo su total autonomía y
defendiendo su valor por sí misma, no por su referencia a ideas u objetos
preconcebidos. Como consecuencia de ello, el arte abstracto trajo consigo una reflexión
radical en contra de los valores tradicionales de la pintura y de la visión
cultural de la realidad.
Un aspecto interesante del arte abstracto es su
rechazo a las convenciones y las características de la sociedad de la época, en
especial el materialismo. Esto tiene su origen en la creencia de que el mundo
occidental se encontraba en una situación de profunda decadencia, lo cual está
directamente relacionado con la devastación producida por la Primera Guerra
Mundial. Como alternativa, la abstracción apostó por la intuición como forma de
conocimiento y se revistió de una cierta espiritualidad, sobre todo entre artistas
del norte de Europa como Malevich, Mondrian o el propio Kandinsky.
El cuadro de los círculos refleja mucho de
esa espiritualidad. Desde el punto de vista técnico está inspirado por la teoría de los colores de Goethe y los
talleres de pintura de vidrio de la Bauhaus, donde Kandinsky fue profesor. También
se basa en los experimentos luminosos de Ludwig Hirschfeld-Mack, que fueron igualmente
utilizados por otros artistas como Paul Klee. Pero la visión equilibrada de
esos círculos flotantes en el espacio sugiere aspectos más trascendentes. Kandinsky se expresó muchas veces en este
sentido cuando se refería a las características de la pintura abstracta. Para
él, este nuevo arte podía funcionar como una herramienta de regeneración
espiritual de la sociedad, con el objetivo de construir un futuro mejor. El manifiesto más claro al respecto es la introducción de su libro De lo espiritual en el arte (1952), de
donde me permito extraer algunos pasajes para terminar:
«Toda obra de arte es
hija de su tiempo, muchas veces es madre de nuestros sentimientos.
De la misma forma,
cada período de la cultura produce un arte propio que no puede repetirse. El
intento de revivir principios artísticos pasados puede producir, a lo sumo,
obras de arte que son como un niño muerto antes de nacer. Por ejemplo, no
podemos en absoluto sentir y vivir interiormente como los antiguos griegos. Los
esfuerzos por poner en práctica los principios griegos de la escultura, por
ejemplo, solamente crearán formas parecidas a las griegas pero la obra quedará
inanimada para siempre [...]
Nuestra alma, que
después de un largo período materialista se encuentra aún en los comienzos del
despertar, contiene gérmenes de la desesperación, de la falta de fe, de la
falta de meta y de sentido. Todavía no ha pasado toda la pesadilla de las ideas
materialistas que convirtieron la vida del universo en un penoso juego sin
sentido. El alma que despierta se halla aún bajo la impresión de esta
pesadilla. Sólo una débil luz alborea como un puntito único en un enorme
círculo negro. Esta débil luz es sólo un presentimiento que el alma no se
atreve a ver, dudando si la luz será un sueño y el círculo negro la realidad
[...]
Un edificio grande,
muy grande, pequeño o mediano, dividido en diversas salas. Las paredes de las
salas llenas de lienzos pequeños, grandes, medianos. A veces miles de lienzos
que reproducen por medio del color trozos de “naturaleza” […] Las personas
llevan libros en la mano y van de un lienzo a otro, hojean y leen los nombres.
Luego se marchan, tan pobres o tan ricas como entraron, y son absorbidas
inmediatamente por sus intereses, que no tienen nada que ver con el arte. ¿Por
qué vinieron? Cada cuadro encierra misteriosamente toda una vida, toda una vida
con muchos sufrimientos, dudas, horas de entusiasmo y de luz. ¿Hacia dónde se
dirige esta vida? ¿Hacia dónde clama el alma del artista, si también participó
en la creación? ¿Qué proclama? “Enviar luz a las profundidades del corazón
humano es la misión del artista”, dice Schumann […]
Este arte, que no
encierra ninguna potencia del futuro, que es sólo un hijo del tiempo y nunca
crecerá hasta ser engendrador de futuro, es un arte castrado. Tiene poca
duración y muere moralmente en el momento en que desaparece la atmósfera que lo
ha creado.
El otro arte, capaz
de evolución, radica también en su período espiritual pero no sólo es eco y
espejo de él sino que posee una fuerza profética vivificadora, que puede actuar
amplia y profundamente. La vida espiritual, a la que también pertenece el arte
y de la que el arte es uno de sus más poderosos agentes, es un movimiento
complejo pero determinado, traducible a términos simples, que conduce hacia
adelante y hacia arriba. Este movimiento es el del conocimiento. Puede adoptar
diversas formas, pero en el fondo conserva siempre el mismo sentido interior,
el mismo fin.»