La ciudad de Toro, en la provincia de Zamora, alberga una de las portadas historiadas más espectaculares del Gótico Español. Pertenece a la Colegiata de Santa María la Mayor y se conserva perfectamente gracias a su situación en un atrio cerrado, que se antepuso a lo que inicialmente era la fachada principal. De esa forma, el llamado Pórtico de la Majestad quedó en el interior de una especie de capilla que le protegió de las inclemencias del tiempo y le permitió conservar (aunque restaurada) su policromía original. Su excelente estado de conservación solo tiene parangón con el de la portada de Santa María de Laguardia, en Álava, que reproducimos más abajo. Las dos comparten, además, la misma iconografía, dedicada a la Coronación de la Virgen.
La primera traza del Pórtico de la Majestad y los capiteles de su parte baja siguen todavía esquemas románicos; pueden fecharse en torno a 1230. Las esculturas de las
arquivoltas y del parteluz son posteriores, realizadas entre 1284 y 1295 en un estilo
que ya es gótico, aunque algo tosco, por deberse casi con toda seguridad a un
maestro local. Ello se muestra en el dintel, que presenta una serie de figuras de
pequeño tamaño y bastante rigidez, a pesar de que intentan interaccionar entre
sí. Su iconografía es la muerte o dormición de la Virgen, representada de
forma similar a la de una de las portadas de la catedral de Ciudad Rodrigo, que
es anterior a esta. En el centro aparece la Virgen reposando sobre una cama
mientras dos ángeles se llevan su alma hacia el cielo, sostenida por un manto.
A la izquierda de la cama se alinean seis apóstoles con actitudes compungidas, entre
las que destaca el joven San Juan, llorando junto a la cabeza de María; a la
derecha se ven otros seis apóstoles más un ángel situado a los pies de la cama.
Tiene mayor calidad la escena del tímpano, que
representa la Coronación, sobre todo en las dos figuras principales de Cristo y
María, que son casi exentas. A ambos lados hay dos ángeles arrodillados que
portan grandes candelabros, y en el vértice superior otros dos ángeles turiferarios
de menor tamaño. La iconografía sigue la variante según la cual es el propio Cristo
quien impone una corona sobre la cabeza de su madre; así también fue representada
en la puerta central de la fachada occidental de la catedral de Vitoria. Es
diferente de otros ejemplos en los que son unos ángeles los que coronan a la
Virgen, que solo es bendecida por Cristo, tal como se ve en una de las portadas
laterales de la fachada occidental de la catedral de León. Un tipo mixto es el
de la Puerta Preciosa del claustro de la catedral de Pamplona, donde María es coronada
al unísono por Cristo y un ángel. Así aparece también en la iglesia de Santa María de Laguardia, donde el tímpano está dividido en tres pisos o registros para permite multiplicar las escenas, como era habitual a finales del siglo XIV. Su narración empieza abajo con la Anunciación, la Visitación y la Adoración de los Magos, sigue con la Dormición de la Virgen y la Asunción en el centro, y culmina arriba con la Coronación.
La Coronación de la Virgen es un tema iconográfico
que se desarrolló en Francia en el siglo XIII como consecuencia de un
importante cambio de mentalidad hacia la mujer en el seno de la Iglesia
Católica. Es consecuencia de un aumento de la devoción religiosa hacia la figura
de María como Madre del Señor y dechado de virtudes, según habían preconizado poco
antes San Bernardo de Clairvaux, San Alberto Magno, San Buenaventura y Vicente
de Beauvais, entre otros. La difusión de escritos apócrifos sobre la infancia
de Jesús y de la Virgen María, además de la literatura hagiográfica de Jacopo
della Voragine, contribuyó igualmente a su revalorización. Todo ello consiguió
sustituir en el imaginario colectivo la figura románica de Eva, como ejemplo de mujer pecaminosa
y fuente de todo mal, por la gótica de María, símbolo de inocencia y de pureza.
Así, el tema de la Coronación apareció por primera
vez en una portada de la catedral de Senlis, hacia 1170, y ya en el siglo XIII
en otros relieves de las catedrales de Laon, Chartres y Bourges. En el arte suele
asociarse con la muerte o dormición de la Virgen, también con la Asunción y a
veces con otras escenas de su infancia y su vida, en los que intervienen otros
personajes como sus padres San Joaquín y Santa Ana, su prima Isabel y el propio
Niño Jesús. Con todos ellos forma ciclos iconográficos característicos que se
han etiquetado como representaciones marianas, tal como vemos en el pórtico de Laguardia. El origen de la Coronación como
tema artístico se remonta, no obstante, a la interpretación que algunos Padres
de la Iglesia hicieron de ciertos pasajes del Antiguo Testamento, que constituían
un anticipo del Nuevo Testamento y del Apocalipsis.
Por ejemplo, en el Libro de Esther, 2:17, se
lee este texto:
«Y el rey amó a Ester más que a todas las otras
mujeres, y halló en ella gracia y benevolencia delante de él, más que todas las
demás vírgenes; y puso la corona real en su cabeza, y la hizo reina en lugar de
Vasti.»
Y en el Libro de los Reyes, 2:19, se dice:
«Vino Betsabé al rey Salomón para hablarle por
Adonías. Y el rey se levantó a recibirla, y se inclinó ante ella, y volvió a
sentarse en su trono, e hizo traer una silla para su madre, la cual se sentó a
su diestra.»
Los escultores de las catedrales interpretaron estos
textos, por orden de los teólogos y las autoridades eclesiásticas del siglo XIII,
para crear así una de las composiciones más bellas y dignificadoras del papel
de la mujer que se produjeron en la Edad Media. El relieve central de la
Portada de la Majestad de la colegiata de Todo es una magnífica muestra de este
tema maravilloso que parece muy oportuno hoy, que celebramos el Nacimiento del
Salvador.
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