jueves, 14 de abril de 2022

DON MIGUEL DE MAÑARA LEYENDO LA REGLA DE LA CARIDAD

Este cuadro de Valdés Leal está perfectamente documentado gracias a las fuentes históricas y a una inscripción que hay en la esquina inferior izquierda, sobre un papel, que dice: «A Don Miguel de Mañara Vicentelo de Leca. Caballero de la orden de Calatrava gde Dios. Provincial de la Hermandad y ermano mor de la Sta. Caridad de Nuestro Señor Jesucristo p. mor. R. Sevilla». Fue realizado seguramente después de la muerte de este personaje, con el fin de homenajear su memoria como fundador de esta prestigiosa institución de caridad. 

Mañara aparece retratado ante una mesa, sobriamente vestido de negro con golilla blanca. La mesa también está recubierta con un tapete negro, aunque en ella destacan ricos bordados dorados, un gran crucifijo sobre un corazón en llamas y dos urnas azules de madera que se utilizaban para las votaciones del cabildo de la hermandad. Son puntos de color que animan una escena en general oscura y solemne, enfatizada por la actitud del niño sentado a la izquierda, vestido con el hábito de enfermero de la Caridad, que se lleva un dedo a la boca para rogar silencio.


El gesto elocuente del protagonista y el título de uno de los libros que hay sobre la mesa,
Discurso de la Verdad, explican que está proclamando ante el cabildo las reglas de la hermandad. Miguel de Mañara era el heredero de una acaudalada familia de comerciantes de origen corso, que había llevado una vida disoluta hasta que murió su esposa en 1661, sin haber tenido hijos. Entonces entró en un período de honda reflexión personal, planteándose incluso hacerse religioso. Se retiró por espacio de cinco meses al eremitorio carmelita del Desierto de las Nieves, en la serranía de Ronda, donde practicó la oración y la penitencia. Esta experiencia derivó en su entrega total a Jesucristo y su renuncia a los bienes terrenales. Conoció al hermano mayor de la Hermandad de la Santa Caridad de Sevilla, don Diego de Mirafuentes, con quien entabló un diálogo profundo que le llevó a su ingreso como hermano de esta corporación, dedicada a enterrar a los ahogados que devolvía el río, los muertos que aparecían por las calles y los ajusticiados. El 27 de diciembre de 1663 Mañara fue elegido hermano mayor de la cofradía y dio un gran impulso a su labor.
La historia de esta conversión es típica de la espiritualidad del Barroco. Para el personaje en cuestión fue una forma de expiación de sus propios pecados, puesto que, tal como confesó en su testamento «sirvió loco y ciego a Babilonia y bebió el sucio cáliz de sus deleites, cometiendo mil abominaciones, soberbias, adulterios, juramentos, escándalos y latrocinios, cuyos pecados y maldades no tienen fin». Más aún, en su lápida funeraria mandó poner «aquí yacen los huesos del peor hombre que ha vivido en el mundo».
Para el resto de los mortales, Mañara era un ejemplo de vida caritativa con los pobres que debía imitarse para ser un buen cristiano. La escenografía barroca del fondo del cuadro refuerza este recordatorio moral. La pintura de la pared es una alegoría del Monte de Dios, que se cita en el preámbulo de la regla de la hermandad. Es un cuadro dentro del cuadro que constituye un artificio habitual del Barroco y recuerda la necesidad de alcanzar la salvación. A la izquierda se vislumbra un bargueño sobre el que están colocados un libro, un reloj de arena, una calavera y un búcaro de cristal con tulipanes, elementos todos característicos de la vanitas, una representación visual que alude a la brevedad de la vida y lo efímero de las glorias humanas.
El mensaje que el propio Mañara quiso transmitir fue plasmado en un amplio ciclo decorativo pintado por Murillo para la nueva iglesia de la cofradía, entre 1666 y 1672. El mismo pintor había ingresado en la hermandad en 1665 y su decoración fue complementada con otras obras de Valdés Leal y el escultor Pedro Roldán. El programa iconográfico aludía a la práctica de la caridad en todas sus obras de misericordia: dar de comer al hambriento, dar de beber al sediento, redimir a los cautivos, dar posada al peregrino, vestir al desnudo, curar y dar consuelo a los enfermos.


Este blog pretende ser un recurso didáctico para estudiantes universitarios, pero también un punto de encuentro para todas aquellas personas interesadas por la Historia del Arte. El arte es un testimonio excepcional del proceso de la civilización humana, y puede apreciarse no sólo por sus cualidades estéticas sino por su función como documento histórico. Aquí se analiza una cuidada selección de obras de pintura, escultura y otras formas de expresión artística, siguiendo en ciertos aspectos el método iconográfico, que describe los elementos formales, identifica los temas que representan e interpreta su significado en relación a su contexto histórico y sociocultural.