miércoles, 9 de diciembre de 2015

EL JUEGO DE LOS SABUESOS Y LOS CHACALES


El Juego de los Sabuesos y los Chacales fue un pasatiempo extremadamente popular en la Antigüedad, practicado desde Egipto hasta Irán. Conocido también como Juego de los Caballos y los Sabuesos, por las figuras representadas, o Juego de la Palmera, por el dibujo esgrafiado en el tablero, consistía en una especie de carrera entre dos jugadores que desplazaban varias fichas a la vez. Para ello se utilizaba un tablero perforado con numerosos agujeros, en los que se introducían clavijas rematadas con las cabezas de dos animales distintos, con el fin de diferenciar los dos bandos contendientes.
El ejemplo que mostramos aquí es especialmente sofisticado, ya que con toda probabilidad perteneció a un personaje de la nobleza; se conserva en el Metropolitan Museum de Nueva York y fue hallado por el famoso arqueólogo Howard Carter en la tumba de Reny-Seneb, en Tebas, en el año 1910. Tiene el aspecto de un pequeño mueble fabricado con madera de sicomoro y marfil, y está decorado con pintura negra y roja para señalar los agujeros y estilizar la figura de una palmera en la parte central del tablero.
Las reglas del juego no están claras pero parece que se trataba de una competición entre dos jugadores, que movían sus respectivas clavijas para recorrer hileras opuestas de agujeros de acuerdo con el valor que marcaban los dados. El itinerario debía empezar desde dentro, continuar por las hileras interiores hasta el extremo y finalmente bifurcarse por las exteriores hasta llegar al último agujero, situado entre ambas hileras. De acuerdo con esta hipótesis, ganaba el jugador que antes consiguiera hacer llegar todas sus piezas a la meta. Otra posibilidad estaría condicionada por las características singulares de algunos de los agujeros, como su color o anchura, que permitirían a un jugador capturar piezas del contrario. Así puede apreciarse en el segundo ejemplo que reproducimos aquí, procedente de Sudán y conservado en el Museum of Fine Arts de Boston desde 1919. En la mayoría de versiones se han encontrado líneas dibujadas o arañadas sobre el tablero, que podrían indicar atajos rápidos o también la obligación de retirar alguna ficha. Todas estas opciones sin duda enriquecerían las características y las motivaciones del juego, como explicaba el propio Howard Carter en una publicación académica del año 1912:

«Suponiendo que el símbolo shen sea la meta, encontramos a cada lado veintinueve agujeros o, incluyendo la meta, treinta. Entre estos agujeros, a cada lado, dos aparecen marcados con el signo nefer (“bien”) y otros cuatro están conectados entre sí por líneas curvas. Asumiendo que los agujeros marcados como “bien” produjeran una ganancia, sería lógico que los otros, conectados por líneas, conllevasen una pérdida. Los movimientos podrían darse fácilmente por casualidad o por el efecto de los dados, y si es así, tenemos ante nosotros un sencillo pero excitante juego de azar.»


Las actividades lúdicas y de ocio formaban una parte muy importante de la vida en el Antiguo Egipto. Son numerosos los testimonios que se han rescatado a este respecto en los yacimientos arqueológicos. Lo más interesante es que habitualmente aparecen en tumbas, como parte integrante del ajuar funerario del difunto. Esto se debe a que los egipcios entendieron el viaje al Más Allá de manera simbólica, como un juego de azar que había que superar con éxito para acceder a la inmortalidad. Ganar en esta carrera sobre el tablero implicaba lograr la protección de los dioses benefactores y así obtener el merecido descanso de la eternidad.

MÁS INFORMACIÓN:
http://www.metmuseum.org/collection/the-collection-online/search/543867 

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Este blog pretende ser un recurso didáctico para estudiantes universitarios, pero también un punto de encuentro para todas aquellas personas interesadas por la Historia del Arte. El arte es un testimonio excepcional del proceso de la civilización humana, y puede apreciarse no sólo por sus cualidades estéticas sino por su función como documento histórico. Aquí se analiza una cuidada selección de obras de pintura, escultura y otras formas de expresión artística, siguiendo en ciertos aspectos el método iconográfico, que describe los elementos formales, identifica los temas que representan e interpreta su significado en relación a su contexto histórico y sociocultural.