domingo, 27 de abril de 2014

PESCADORAS CAMINO DE LA IGLESIA

Acabo de volver de una interesante exposición en el Västerbottens Museum de Umeå (Suecia) sobre pintura nórdica de los siglos XIX y XX. De entre las obras que he visto, me ha impresionado una que representa a un grupo de mujeres de pueblo camino de la iglesia, realizada por el pintor Carl Wilhelmson en 1899. Pertenece a las colecciones del Museo Nacional de Estocolmo y ha sido cedida temporalmente para esta muestra, que pretende recuperar la visión de un nutrido grupo de artistas viajeros sobre el paisaje rural y las labores agrícolas de Escandinavia.
El cuadro Pescadoras camino de la iglesia muestra en primer plano, ocupando tres cuartas partes del espacio, a cuatro mujeres de un pueblo que se dirigen a misa. Van vestidas de domingo, con sus mejores ropas, aunque éstas son muy modestas; apenas un vestido cubierto con un mantón sobre los hombros y un pañuelo en la cabeza. Las mujeres muestran a tres generaciones de una misma familia, la abuela en el extremo de la derecha, la madre a la izquierda y entre medias las dos hijas. Detrás se vislumbra una colina pelada, el pueblo de casas de madera y el pequeño puerto, con las barcas reflejándose en el agua. En el extremo izquierdo del cuadro se abre una calleja, formada con tablones, que sirve de conexión entre el primer plano y el fondo.
Me resulta interesante el tratamiento tan diferenciado de cada zona del cuadro. El artista apenas ha abocetado el fondo, utilizando colores intensos, rojos, naranjas y ocres. En cambio, ha retratado a las mujeres con gran detalle, dejando traslucir una honda profundidad psicológica. Es fácil advertir los estados de ánimo de cada una de ellas, reflejo sin duda de la actitud que han tomado ante la dura y trabajosa vida que les ha tocado vivir en ese pueblo pesquero: la niña pequeña terriblemente triste frente al pobre futuro que le aguarda; su hermana mayor exhausta, a punto de desfallecer; la madre sufriendo en silencio por lo poco que puede ofrecerle a sus hijas; y la abuela resignada, con la mirada perdida y el único consuelo de la religión, a la que se aferra con ambas manos.
El autor, Carl Wilhelmson (1866-1928), fue uno de los pintores nórdicos más importantes de principios del siglo XX. Nació en el seno de una familia de marinos de Fiskebäckskil, un pequeño pueblo situado en la isla de Skaftö, en la costa occidental de Suecia. Con dieciocho años se trasladó a Gotemburgo, donde estudió el oficio de grabador hasta 1889. Entre los años 1890 y 1897 viajó a Leipzig, España y París, donde continuó trabajando como litógrafo y aprovechó para perfeccionar su estilo pictórico. Sin embargo, nuestro artista no se sintió especialmente atraído por el Postimpresionismo ni por el Art Nouveau característicos del momento, así que sus cuadros se mantuvieron dentro de una estética realista, influida por el academicismo. De regreso a su patria natal, su obra empezó a ser conocida a raíz de su labor como maestro en la escuela de arte de Valand, en Gotemburgo. Allí recibió influencias de otros artistas más innovadores como Gauguin y Seurat, cambiando su estilo alrededor de 1905, cuando comenzó a realizar lienzos llenos de efectos luminosos más claros y arriesgados. Desde 1910, Wilhelmson dirigió su propia escuela de arte en Estocolmo, aunque durante las vacaciones estivales siempre regresaba a su aldea natal de Fiskebäckskil, la cual pintó en numerosas ocasiones.
La estricta disciplina familiar y una profunda fe cristiana, heredadas de la infancia, ejercieron una fuerte influencia en la temática de sus obras. Wilhelmson realizó mayormente paisajes rurales, vistas de aldeas con sus actividades cotidianas, escenas costumbristas que reflejaban la dureza de la vida en el campo y grupos de pescadores dedicados a las faenas del mar. En ocasiones se ha criticado la gravedad de su estilo, sobre todo el de sus primeras etapas, en las que las composiciones son sobrias, sosegadas, y los personajes están retratados de forma severa, como sucede en el cuadro que reproducimos aquí. Técnicamente, su pintura se caracteriza por presentar una superficie seca, dura y rugosa, que la hace parecer como si el lienzo hubiera sido secado al sol y la brisa marina de su isla natal. La guía de la exposición del Västerbottens Museum explica que se trata de un ardid utilizado por Wilhelmson para enfatizar la conexión entre su arte y su propia experiencia vital en el pueblo pesquero de Fiskebäckskil. Lo que está claro es que escenas como la de estas pescadoras nos transportan a tiempos no muy lejanos en los que la vida era sin duda mucho más difícil que ahora.

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Este blog pretende ser un recurso didáctico para estudiantes universitarios, pero también un punto de encuentro para todas aquellas personas interesadas por la Historia del Arte. El arte es un testimonio excepcional del proceso de la civilización humana, y puede apreciarse no sólo por sus cualidades estéticas sino por su función como documento histórico. Aquí se analiza una cuidada selección de obras de pintura, escultura y otras formas de expresión artística, siguiendo en ciertos aspectos el método iconográfico, que describe los elementos formales, identifica los temas que representan e interpreta su significado en relación a su contexto histórico y sociocultural.