martes, 10 de mayo de 2011

LA ANUNCIACIÓN

La Anunciación es seguramente uno de los temas iconográficos más habituales en la historia del arte cristiano. Su representación pictórica sigue un modelo arquetípico, en el que aparece la Virgen María vestida de azul en un interior arquitectónico, y el ángel San Gabriel irrumpiendo desde el exterior, en el extremo opuesto de la composición. Sobrevolando estas dos figuras se distingue siempre una paloma blanca que simboliza al Espíritu Santo, y en ocasiones también unos rayos de sol u otro elemento alusivo al poder de Dios Padre, quien también puede aparecer representado. Además de lo expuesto, la escena se completa con otros símbolos, como un jarrón con flores o un ramo de azucenas, que hacen referencia a la pureza, inocencia y belleza de la Virgen María.
Éste es el modelo que sigue la primera imagen que reproducimos aquí, obra del florentino Filippo Lippi, pintada sobre tabla hacia 1450 (hoy en la Alte Pinakothek de Munich). Filippo Lippi fue discípulo de Masaccio y destacó por su destreza en la consecución de efectos cromáticos, pero sobre todo por su novedosa concepción del espacio, basada en la utilización del paisaje como fondo para sus composiciones. En su versión de la Anunciación aparecen todos los elementos señalados anteriormente, enmarcados en una arquitectura clasicista con tres arcos de medio punto separados por pilastras compuestas, claramente inspirada en las teorías artísticas del Renacimiento italiano. Tras los arcos se abre en perspectiva un «hortus conclusus» o jardín cerrado, que tiene dos significados iconográficos. En primer lugar es una representación del paraíso, que tiene como objetivo rememorar el pecado original de Adán y Eva redimido mediante el nacimiento de nuestro Salvador Jesucristo; éste es el significado que tiene el jardín en la famosa versión de la Anunciación de Fra Angelico, que está en el Museo del Prado. En segundo lugar, el hecho de que el jardín aparezca circundado por muros constituye una metáfora de la virginidad de María, que permanece inmaculada al producirse su concepción por obra y gracia del Espíritu Santo.
En el siglo XV, en Italia, se desarrolló una completísima teoría de las imágenes religiosas que intentó adaptar los temas tradicionales, de origen medieval, a la sensibilidad y el naturalismo propios del Renacimiento. Las representaciones artísticas empezaron a valorarse por su capacidad para provocar determinadas emociones en el espectador, así que fueron adquiriendo una creciente profundidad psicológica. Pero ¿cómo representar físicamente los sentimientos? Según el humanista Leon Battista Alberti, los «movimientos del alma» se reconocían por medio de «movimientos del cuerpo». Esta idea, postulada por otros teóricos y artistas del Quattrocento, estableció una relación directa entre los movimientos del cuerpo y los estados de ánimo. En un primer momento, la forma de representar las emociones se limitó a una serie de códigos gestuales parecidos a los utilizados en la predicación eclesiástica, la danza o el teatro. Pero, poco a poco, los artistas se atrevieron a imitar las expresiones de la gente de la calle, a introducir detalles anecdóticos tomados de la vida cotidiana o a aportar sus propias percepciones, incluso a pesar de que el tema de sus obras fuera de carácter religioso.
Todo ello permitió incrementar las dosis de naturalismo en la representación artística y amplió notablemente las posibilidades iconográficas. Por sus características, la escena de la Anunciación fue una de las que mejor representó esta variedad de sensaciones. Durante el Renacimiento se llegaron a configurar hasta cinco tipos iconográficos distintos, dependiendo de la reacción mostrada por la Virgen María ante el mensaje comunicado por el ángel Gabriel. Estos tipos, identificados por el historiador del arte M. Baxandall, eran «conturbatio» (turbación), «cogitato» (reflexión), «interrogatio» (interrogación), «humi­liatio» (sumisión), y «meritatio» (mérito). Si comparamos la imagen reproducida arriba con esta otra de Botticelli, la llamada Anunciación Cestello de la Galería de los Uffizi (1490), podemos apreciar claramente las diferencias entre ambas. La primera es un ejemplo claro de «cogitato» mientras que la de Botticelli es una inquietante versión de «conturbatio». En definitiva, a pesar de ser un tema tan profusamente repetido en el arte cristiano, no todas las Anunciaciones son iguales porque no todas representan las mismas emociones sobre el famoso episodio narrado en el Evangelio de San Lucas.



7 comentarios:

  1. Por qué en tantas anunciaciones se puede ver junto a María un escritorio o atril!?

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  2. Es un atril donde reposan las Sagradas Escrituras para enfatizar la actitud de oración de María, que espera reverente la voluntad de Dios. En muchos casos aparece arrodillada por la misma razón.

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  3. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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Este blog pretende ser un recurso didáctico para estudiantes universitarios, pero también un punto de encuentro para todas aquellas personas interesadas por la Historia del Arte. El arte es un testimonio excepcional del proceso de la civilización humana, y puede apreciarse no sólo por sus cualidades estéticas sino por su función como documento histórico. Aquí se analiza una cuidada selección de obras de pintura, escultura y otras formas de expresión artística, siguiendo en ciertos aspectos el método iconográfico, que describe los elementos formales, identifica los temas que representan e interpreta su significado en relación a su contexto histórico y sociocultural.