martes, 27 de julio de 2010

JASÓN

En la década de 1740 fueron descubiertas las ciudades romanas de Pompeya y Herculano, que habían sido sepultadas por una erupción del Vesubio en el año 79 d. C. y habían permanecido olvidadas durante siglos. Las excavaciones arqueológicas, patrocinadas por la Corona de España, despertaron un renovado interés por la antigüedad clásica y favorecieron el desarrollo de los primeros estudios científicos sobre la Historia del Arte. Algunos teóricos como Winckelmann, Mengs o Lessing, entre otros, elevaron el arte griego y romano a la categoría de modelo absoluto, que debía servir de referencia a las creaciones artísticas contemporáneas y sustituir a los estilos Barroco y Rococó, considerados vulgares y de mal gusto. Así surgió el Neoclasicismo, no como una moda estética más, sino como un amplio complejo cultural basado en la primacía de la cultura clásica, en el elogio intelectual de la antigüedad y en la consideración del arte como una herramienta decisiva para la configuración de los nuevos valores cívicos y morales surgidos de la Ilustración.
Entre las personas que se sintieron atraídas por esta nueva forma de entender el arte se encuentra el escultor danés Bertel Thorvaldsen, llegado a Roma en 1797. El viaje de los artistas a Italia (el denominado Grand Tour) era de obligado cumplimiento en el contexto sociocultural de finales del siglo XVIII y principios del XIX. Para la mayoría era una experiencia iniciática que marcaba el paso de la juventud a la vida adulta, pero sobre todo era lo que marcaba la diferencia entre un verdadero artista, culto, bien preparado e intelectual, respecto de un artista de segunda fila. Sin embargo, en aquella época un viaje así suponía una fuerte inversión personal y económica, que no estaba al alcance de cualquiera. Thorvaldsen lo consiguió ganando todos los premios de la Academia de Bellas Artes de Copenhague, incluido el más prestigioso de ellos, la medalla real. De esta forma, le otorgaron una beca para estudiar escultura clásica en Roma, lo que le supuso una profunda conversión personal y artística, que le llevó a erigirse en uno de los líderes más destacados del Neoclasicismo. De hecho, durante el resto de su vida celebraría el 8 de marzo de 1797, el día de su llegada, como su «cumpleaños romano».
La obra que presentamos aquí es una síntesis perfecta de los ideales neoclásicos. El tema es de carácter mitológico y la figura se inspira, con gran fidelidad arqueológica, en modelos griegos como el Doríforo de Policleto (450-445 a. C.), el Apolo del frontón oeste del templo de Zeus en Olimpia (470-456 a. C.), o los kouroi del Período Arcaico (siglos VII-VI a. C.). Realizada en 1803, fue la primera estatua realmente importante de Thorvaldsen. Su proceso creativo fue innovador para la época: primero hizo libremente un modelo en escayola, que expuso públicamente hasta que un rico mecenas inglés llamado Thomas Hope se comprometió a financiar su ejecución en mármol. En el acabado final, Jasón está representado con una pose distanciada, intemporal e imperturbable, típicamente neoclásica. Tenemos que intuir toda la historia mitológica que hay detrás de la figura, porque no se nos muestra. La historia es la siguiente:
Jasón era hijo del rey de Yolco, que había sido depuesto por su hermano Pelías. Cuando Jasón se hizo adulto, Pelías le prometió la restitución de su reino si lograba superar una misión imposible: conseguir el vellocino de oro, que se encontraba custodiado en un jardín de Cólquide por un feroz dragón. El vellocino de oro era una piel de carnero que los antiguos griegos utilizaban para extraer oro de los ríos. Se sumergía la piel en el agua para que las pepitas y arenas de oro que bajaban por el cauce se enredasen en la lana; al cabo de un tiempo se sacaba la piel del agua, se tendía y se peinaba para obtener el oro. El oro era considerado un símbolo de la realeza, así que la aventura de Jasón era necesaria para justificar la restauración de su monarquía. Por consiguiente, Jasón se embarcó en la nave Argos junto con otros héroes (los argonautas), obtuvo la ayuda de la princesa Medea, que le fabricó unos filtros mágicos, y finalmente venció al dragón, arrebatándole el vellocino.
En el diseño de Thorvaldsen, Jasón aparece desnudo, idealizado, con el vellocino capturado sobre el brazo y una lanza descansando sobre el hombro, mirando indolente al dragón que acaba de derrotar. Aunque camina con paso firme y se vislumbra un pequeño contraposto o inclinación de la cadera, su movimiento es lento, pausado, como el compás detenido de una danza clásica. En resumen, Jasón no está representado en el momento dramático del combate, como era típico en la tradición barroca, sino en un estado más acorde con la serena nobleza del héroe clásico, que está por encima de las pasiones y del dolor físico.
Thorvaldsen consiguió un gran éxito con esta obra, así como una sincera felicitación por parte del otro gran escultor neoclásico del momento, el italiano Antonio Canova. A partir de entonces adquirió tal fama que se vio obligado a organizar un taller en el que llegaron a trabajar más de cuarenta personas, para satisfacer la creciente demanda de sus diseños. Hoy esta estatua se encuentra en el Museo Thorvaldsen de Copenhague, donde puede admirarse junto con otras obras del artista y numerosos vaciados en yeso de modelos grecorromanos. El propio Thorvaldsen se encuentra enterrado en el patio de este museo, bajo un lecho de rosas, por expreso deseo suyo.

MÁS INFORMACIÓN:
http://www.thorvaldsensmuseum.dk/en

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Este blog pretende ser un recurso didáctico para estudiantes universitarios, pero también un punto de encuentro para todas aquellas personas interesadas por la Historia del Arte. El arte es un testimonio excepcional del proceso de la civilización humana, y puede apreciarse no sólo por sus cualidades estéticas sino por su función como documento histórico. Aquí se analiza una cuidada selección de obras de pintura, escultura y otras formas de expresión artística, siguiendo en ciertos aspectos el método iconográfico, que describe los elementos formales, identifica los temas que representan e interpreta su significado en relación a su contexto histórico y sociocultural.