domingo, 21 de diciembre de 2014

ATARDECER EN LA AVENIDA KARL JOHAN

Entre todas las vanguardias artísticas de principios del siglo XX, el Expresionismo es seguramente la más difícil de delimitar. Ya en aquel momento se etiquetó de expresionistas a movimientos y artistas muy variados, que en realidad no seguían un estilo verdaderamente homogéneo. Lo único que tenían en común era su afán por acentuar el papel del arte como un vehículo para la expresión de emociones intensas, normalmente pesimistas, angustiadas o profundamente trágicas. El lado oscuro del ser humano, lo sombrío, lo degradado, la sexualidad atormentada o las conductas antisociales se convirtieron en temas frecuentes entre estos artistas. Para representarlo, el Expresionismo utilizó un lenguaje formal que tomó prestados elementos del Fauvismo, del Simbolismo y del Cubismo, entre otros.
El noruego Edvard Munch ha sido reconocido como uno de los principales precursores del Expresionismo antes de que existiera como tal, aunque lo fue más desde el punto de vista conceptual que estilístico. Nacido en un país con escasa tradición pictórica, la formación artística de Munch fue bastante convencional y anclada en el academicismo figurativo. Pero en 1885 realizó su primer viaje a París y entró en contacto con la pintura de Manet, Gauguin, los Neoimpresionistas y los Simbolistas. A raíz de ello cambió su lenguaje formal, simplificando los volúmenes, acentuando la fuerza expresiva de la línea y utilizando el color de manera simbólica, no naturalista. Sus temas adquirieron un significado existencial y se orientaron hacia la angustia del ser humano en el mundo, regodeándose en la soledad, la tristeza, el deseo insatisfecho, el miedo, la enfermedad y la muerte. Todo ello tiene que ver con su propia experiencia vital: su madre y su hermana murieron de tuberculosis cuando él era niño, su padre era un hombre obsesionado por la religión y él mismo era alcohólico, lo cual influyó para que Munch desarrollara una personalidad conflictiva, desequilibrada y tendente a la depresión. 


Esta obra, titulada Atardecer en la Avenida Karl Johan es una de las obras más características del inquietante universo de Edvard Munch. Fue pintada en 1892 y se conserva en la Colección Rasmus Meyer de Bergen. Representa una hilera de personas que baja paseando por una conocida calle de la ciudad de Oslo mientras cae la tarde. Pero lo que podría haber sido una escena urbana corriente se ha transformado en una visión fúnebre de la realidad humana. Los rostros de los personajes parecen calaveras y se acercan hacia nosotros completamente alienados, amenazantes. El paisaje está conformado por colores extraños, simbólicamente oscurecido y artificialmente iluminado por las ventanas de los edificios y las caras de los personajes, cual luciérnagas en mitad de la noche. El perfil de la ciudad se recorta desde la izquierda hacia el horizonte, creando ángulos cortantes, mientras que en el extremo de la derecha se yergue terrorífica una sombra informe. Sólo un hombre aislado que camina por la calzada, a la derecha, se mueve en dirección contraria a la de la masa, provocando el absurdo.
La sensación es de enorme desasosiego. El espacio urbano no se muestra como un lugar de actividad y encuentro social sino como una metáfora angustiosa de la incomunicación. El cuadro está lleno de gente pero transmite un silencio mortal que nos produce un terrible escalofrío. Munch imagina el destino humano como algo vacío, desesperanzado y sinsentido. Esto fue lo que llamó la atención de los expresionistas alemanes a principios del siglo XX, que argumentaron que el arte debía captar los sentimientos más íntimos del ser humano. El hecho de que Munch viajase con frecuencia a Alemania y diera a conocer allí sus cuadros influyó de forma notable en la difusión de esta idea.
Sin embargo, unos años más tarde tanto las obras de Munch como la de los expresionistas fueron censuradas y destruidas porque fueron clasificadas como «arte degenerado» por parte de los nazis. El gobierno de Hitler confiscó 82 cuadros de Munch de los museos alemanes, justificando que sólo representaban la muerte y la debilidad de la condición humana, y que escandalizaban a los visitantes. A raíz de la invasión de 1940, la persecución se extendió también a los museos y galerías de Noruega y el artista fue menospreciado como un loco. El 23 de enero de 1944, todavía sin haber concluido la Segunda Guerra Mundial, Edvard Munch murió completamente solo, triste y olvidado.

8 comentarios:

  1. Hola Josué. Como siempre, fantástica la forma en la que desmenuzas cada milímetro de cada obra de arte, en concreto la "tenebrosidad" de ésta.
    Un abrazo

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  2. Muchas gracias Rosa. Munch es súperconocido por "El grito" pero esta otra obra suya es de lo más curiosa y por eso me llamó la atención hace ya tiempo. Quizás no es precisamente hermosa pero invita a reflexionar, como la propia vida del artista, que fue de lo más trágica ¿no crees?

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  3. Si, no es precisamente hermosa, como bien dices, a primera vista. Pero después de leer tu análisis de la obra, si la vuelves a mirar te encuentras con un sinfín de preguntas ¿Qué les ocurrirá? o ¿Dónde irán?. Te quedas con una sensación de querer saber más, aunque sabes que no hay nada, el destino, el vacío, el dolor. Creo que es lo que angustia, pero a la vez donde radica la belleza de esta obra, bueno son mis impresiones y sensaciones. Tienes razón, invita a reflexionar
    Un abrazo

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  4. Esta obra aparece en Elling, hermanos de sangre de Ingvar Ambjørnsen

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  5. Adotei o texto. É transcendental a frieza que essa pintura exala.
    Um abraço do Brasil.

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  6. Adorei o texto. É transcendental a frieza que essa pintura exala.
    Abraço do Brasil.

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  7. Me encanto el dibujo! Que líndo.

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  8. solo faltaría poner los valores y el valor simbólico, con lo demás estoy satisfecho.

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Este blog pretende ser un recurso didáctico para estudiantes universitarios, pero también un punto de encuentro para todas aquellas personas interesadas por la Historia del Arte. El arte es un testimonio excepcional del proceso de la civilización humana, y puede apreciarse no sólo por sus cualidades estéticas sino por su función como documento histórico. Aquí se analiza una cuidada selección de obras de pintura, escultura y otras formas de expresión artística, siguiendo en ciertos aspectos el método iconográfico, que describe los elementos formales, identifica los temas que representan e interpreta su significado en relación a su contexto histórico y sociocultural.